Mudanza...

Resulta difícil dejar el lugar donde se ha sido feliz. Las distintas etapas de la vida suelen ser separadas y definidas por límites marcados a fuego, los cortes son abruptos y es una decisión por demás importante soltar la cuerda frágil que nos ata a ese último tramo de aquello que fuimos y nos deposita en el duro comienzo de la lucha por lo que queremos ser.
Cambiar de hogar, tarea poco grata, a pesar de haber pasado por 9 mudanzas aún no logro olvidar la sensación de echar el último vistazo y cerrar la puerta de una casa que sin nuestras cosas se convierte en desconocida. Los sentimientos no entienden de lujos o comodidades, ellos tienen estrecha relación con la memoria y en ella están guardados los recuerdos de los momentos vividos allí.
Cambiar de trabajo suele ser un poco peor, porque en este caso generalmente el lugar no está vacío ni se cierra, todo lo contrario, quedan los maestros que nos enseñaron, los compañeros que se fueron transformando en amigos y sobre todo esa seguridad de saber lo que hacemos y esa falsa ilusión de creer que nadie lo hará mejor.
Cambiar de cuidad es triste, las últimas semanas se nublan de nostalgia y en cada esquina hay una historia que contar, si hubo mar o sierras o lagos eso será lo mejor de la naturaleza, el mejor paisaje del mundo, el mas hermoso lugar de la tierra. Allí queda la familia, los amigos, los vecinos, el barrio y esas cosas que nos resultaban indiferentes hoy se tiñen de colores familiares y queridos.
Cambiar una etapa significa desprenderse de todo lo que alguna vez nos hizo felices, nos enorgulleció, nos emocionó y nos sentó cómodos, encallados entre almohadones en los que sentimos que no había un sitio mejor que el nuestro.
Poco a poco sin darnos cuenta, ese lugar nos va quedando pequeño, porque el ser humano tiene eso de colocarse una nueva meta en frente en el instante mismo en que cumple la anterior.
Los sueños se van convirtiendo en proyectos y la oportunidad de cambiar se va presentando disimuladamente hasta que la tenés ahí, en la cara seduciéndote, y a partir de ese momento nada vuelve a ser igual...
Podemos retroceder, pero nunca mas seremos felices, nos atormentaremos pensando en que hubiera pasado si la tomábamos, si alguna vez volverá, quizá tengamos otra, o no.
Pero también podemos avanzar, dar un paso, tomarla del cuello y besarla en la boca.
Permitir que la vida nos lleve a donde nos quiera llevar, recorrerla, dejar que nos haga el amor, nos golpee y nos enseñe o nos premie el atrevimiento.
Vivir sabiendo que un día no vamos a vivir, que no tendremos las mismas oportunidades que hoy nos cachetean soberbias, ni la posibilidad de apostar seguros de que vamos a ganar aunque perdamos todo, porque ganaremos la tranquilidad de saber que es preferible equivocarse y perder viviendo, que mirando por la ventana como pasa el tiempo, nuestro tiempo.

Tome una decisión, ME MUDO! el transcurso de esta etapa ya encogió mis almohadones...

Te fijaste como están los tuyos?